Buñuel, Lorca y Dalí

LA OBRA: Buñuel, Lorca y Dalí

… Atrapados por el Surrealismo onírico, Buñuel, Lorca y Dalí -tres amigos, tres artista- construyen una relación que nace apasionada en la Residencia de Estudiantes, se tensa en sus estancias en Cadaqués y se rompe dolorosamente tras la Guerra Civil y la muerte de Lorca…Un recuerdo recreado que se sirve de la palabra y de la imagen para dialogar sobre el mundo artítico de tres amigos que fue forjado, muchas veces, sobre su profunda amistad…

Buñuel, Lorca y Dalí surge como un espectáculo que busca la continuación de una línea iniciada por Teatro del Temple con Goya y que después ha tenido una continuación con Picasso adora la Maar. Una línea que ha ido construyendo la marca de la casa. Y no porque Teatro del Temple no haya hecho otro tipo producciones (una docena de espectáculos desde el humor de ¿Qué coño es el hombre?, pasando por la búsqueda personal de El volcán y la marea o L’Imperatore, hasta la exitosa revisión de clásicos como La vengadora de las mujeres o Macbeth & Lady Macbeth) sino porque esta triple indagación, sobre figuras históricas del arte convertidos en mitos contemporáneos, nos ha permitido dar la máxima expresión de nuestra potencialidad hasta la fecha.

En esas tres obras y en esos tres montajes se ha partido de cero para, apoyándonos en el inmenso caudal que nos aportaban sus biografías y sus trayectorias artísticas, construir un mundo teatral propio donde la realidad convive con el sueño, la plástica con la palabra, lo cultural con lo lúdico. En definitiva, un imaginario plasmado que ofrece espectáculo sin abandonar la reflexión sobre la condición humana.

Surgida, como en el caso de Goya, al amparo de la celebración de un centenario, Buñuel, Lorca y Dalí no ha dejado de ser sino otro auto-encargo que buscaba alimentarnos de la fascinación que ejercían sobre nosotros de antiguo los protagonistas para construir un discurso que tiene tanto de ajuste de cuentas personal como de indagación teatral conscientes de la identificación que se podía despertar en el imaginario colectivo.

En Buñuel, Lorca y Dalí, como en otros espectáculos, se partió de sesiones de trabajo previas donde se establecen los acuerdos de un esquema de espectáculo entre la dramaturgia (Alfonso Plou), la dirección escénica (Carlos Martín) y la producción (José Tricas). A los que en este caso se añadió Agustín Sánchez Vidal como colaborador esencial, pues a sus enormes conocimientos sobre la relación de los tres personajes unía una gran capacidad para aventurarse en la complicidad que genera el arte escénico.

A esta primera fase sigue un trabajo individual de escritura por parte de Alfonso Plou, que es posteriormente revisado tanto por la labor de dirección de Carlos Martín como por la capacidad de libertad creativa que siempre se da a los actores en la confección de sus personajes. La ardua etapa de ensayos nos une a todos en diferentes papeles, pero abiertos siempre a las sugerencias que vengan en un proceso que forja el espectáculo con la incorporación también de los elementos plásticos (escenografía, imagen proyectada, selección musical, iluminación, vestuario, caracterización).

Y aún queda la fase esencial que es el seguimiento permanente de las relaciones con el público. Una experiencia larga y agradable que nos ha llevado por numerosos y variados escenarios del país y que nos ha hecho viajar a Estados Unidos o Brasil, que ha modelado el espectáculo y que parece lo va a seguir haciendo por un tiempo.

El texto que ahora se presenta está escrito por Alfonso Plou, pero el autor agradece y asume casi siempre las aportaciones que a su obra han ido haciendo todos los que por el espectáculo han ido pasando de una u otra manera. Porque no nos podemos olvidar en ningún caso que el teatro es una de las más genuinas artes colectivas y que en su perpetuo movimiento está una de sus mayores grandezas.

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