Nacida en Calaforno, un pequeño pueblo siciliano, a mediados del siglo XIX. Hija menor de una familia dedicada al cultivo de la vid. Su madre, Francesca, murió en el parto. Volusia mantuvo siempre con sus dos hermanas una relación hostil y envidiosa, compitiendo por la atención de su padre, Salvatore, un hombre desbordado por las obligaciones de un negocio que a duras penas daba para mantenerse.
A los doce años, la hermana mayor, Syrenia, apareció ahogada en la fuente donde rellenaba los cántaros de agua. A los trece, Medusia, la mediana, murió degollada en un extraño accidente con unas tijeras de podar, en el cobertizo. Tras la muerte del padre, intoxicado por un guiso de setas, Volusia lo vendió todo y se trasladó a la capital romana, en plena ebullición nacionalista.
Quiso ser actriz y se enroló en la compañía del famoso actor Andro Shciafarelli. Cuando Shciafarelli enviudó, dos años más tarde, Volusia se casó con él y ascendió al grado de primera actriz. Poco después conoció a Enrico Morante, el famoso ayudante de campaña de Garibaldi. Enrico estaba casado con la bellísima Rosana Marqui, pintora, escritora, periodista y feminista. Los dos eran la encarnación del joven espíritu nacional italiano: enérgicos, brillantes, apuestos, llenos de futuro. Volusia se hizo amiga de Rosana. Empezó a imitarla en el vestir, en la manera de hablar, en la soltura sofisticada que desprendía. Tras la muerte de su marido, el actor Schiafarelli, a causa de unas extrañas fiebres, Volusia invitó a Rosana a una pequeña travesía en velero por el Adriático, mientras Enrico conquistaba con Garibaldi la unidad de Italia. Rosana nunca regresó. Cayó por la borda durante una terrible tormenta, declaró Volusia, que transmutada en un doble casi perfecto de la difunta Rosana, se acercó al viudo Enrico, lo consoló y al poco tiempo se comprometió con él.
Entonces alguien descubrió que las fiebres que habían matado al actor Schiafarelli habían sido provocadas por una prolongada ingestión de mercurio, y se empezaron a atar cabos en la mortal biografía de Volusia, que huyó justo antes de ser detenida, a bordo de su velero, desde el puerto de Nápoles, con dirección desconocida. El velero apareció semanas después, desarbolado y vacío, en la costa siciliana. El cuerpo de Volusia nunca se encontró.