LA OBRA:«El Caballero y la Muerte»

Fruto de la cooperación entre dos compañías aragonesas, MIGUEL ANGEL BERNA Y TEATRO DEL TEMPLE surge este trabajo de investigación que mezcla la danza y la palabra.

De la unión de dos creadores aragoneses de altura, Miguel Ángel Berna y Carlos Martín, terreno de la danza y otro en el del teatro, se crea un acontecimiento y una experiencia novedosa para el público, un espectáculo contemporáneo multidisciplinar que mezcla la danza, la poesía y la música e investiga sobre nuestras raíces, para llevarlas a lo universal.

Ambos han trabajado juntos en el pasado, colaborando en algunos espectáculos como Tierra de Dragón y, lo que es más importante, sus intereses creativos han coincidido en el imaginario de su tierra, Aragón. Sus respectivas creaciones ahondan en personajes, temáticas y raíces tan nuestras como Goya, el Mudéjar, Buñuel o Baltasar Gracián .

El Caballero y la Muerte se inspira en el poema épico L’Imperatore que Carlos Martín escribiera en los años noventa. Miguel Berna encarna con su danza al personaje homónimo de dicho escrito, El Emperador. Figura simbólica que en los últimos estertores de su muerte evocará las presencias y sensaciones que marcaron su vida, representados en escena por la bailarina Manuela Adamo. El propio Martín recita en escena, apoyado por la música de Pardinilla, Artigas y Fraile. Una música de hondura que arranca en la raíz del folclore, con profundos sonidos del bordón, el tambor, la castañuela y la propia Jota, para elevarse también en un sonido más electrónico o ambiental que envuelve la escena en una sensación de gran intensidad emotiva, en una búsqueda, en el aspecto musical, de las posibilidades del sonido en la evolución de nuestro folclore.

 

ARGUMENTO :

EL PODER DE TRANSFORMACIÓN DE LOS SENTIMIENTOS

Aferrado a su trono, el emperador evoca su pasado de muerte y destrucción que han marcado su existencia. Entre las  grietas del desgarro aparece la  evocación  de la amada, pero tras la posterior muerte de  la misma, el personaje desemboca en un proceso de  autodestrucción y rabia. Tras un tiempo de abandono y pérdida del propio yo, el personaje reflexiona en el sentido  de la existencia y en la propia disolución para reencarnarse después en naturaleza o en energía, descubriendo así la esencia de las cosas y produciendo una transformación en su ser que cierra el argumento y su propia existencia en un renacimiento poético y reivindicativo que  contradice su origen autoritario, para transformarse después simbólicamente en valores de mayor envergadura,  como la justicia, la equidad la trascendencia y la paz.

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