«Largo y Társilo» viaja a Quart de Poblet y regresa a Valencia
En Valencia ya se presentó en el Monasterio de San Miguel de los Reyes de Valencia, la actual Biblioteca Valenciana y que fue cárcel durante 4 años de uno de los personajes de la obra, Társilo, tras la guerra civil. La recepción de público y crítica fue buena y como muestra el extracto de esta crítica:
“El teatro permite indagar y conocer, como en este caso en un episodio de la guerra civil española, y despertar sensaciones individuales por medio de sus personajes. Pero el trabajo no es solo una especulación basada en los recuerdos familiares transmitidos. Es también una reproducción del pasado para comprender el presente, una de los fines posibles del subgénero histórico. Pasado y presente unidos para recordar, para que las vivencias no se olviden y para que la justicia social y la democracia sean defendidas por las generaciones más jóvenes porque han sido conquistas que algunos quieren hacer desaparecer. Esta excelente estructura, con el pulso experto de la escritura de Gabriel Ochoa, está acorde con las intenciones de la propuesta. Muy bueno el planteamiento dramatúrgico de Ochoa y Plou con una dirección resuelta y ajustada a las dificultades del espacio. Carlos Martín supo darles el aire y el ritmo necesarios sobre todo a los diálogos cruzados, y aprovechar el buen decorado con aire realista de una casa valenciana de la época con un estilo racionalista regional. También nos quedamos con el excelente duelo interpretativo del joven Borja López Collado y el veterano Mariano Anós. Un magnífico Largo Caballero. Qué decir de Borja López Collado. En Largo y Társilo ofrece una exhibición. No me atrevo a decir que es su mejor papel, pero podría serlo.” José Vicente Peiró, crítica en Redescénica4-III-22
El espectáculo también se presentó en el Teatro del Barrio los días 9, 10 , 11, 12 y 13 de febrero. Una presentación en este emblemático teatro madrileño que nos hizo mucha ilusión porque allí también nació Las guerras correctas, otra buena coproducción con el autor Gabriel Ochoa. También fue muy bien recibida y como muestra añadimos otro extracto de otra crítica:
“Inteligente montaje que nos habla de la importancia de la memoria. Aún tenemos en el recuerdo la maravillosa «Los hermanos Machado» que pudimos ver hace unos meses en el Teatro Fernán-Gómez. El montaje transcurre dinámico entre la actualidad de un joven estudiante y el encuentro, en la misma casa, de su abuelo con uno de los personajes más relevantes de la época. La ingeniosa composición de la trama se centra en una puerta que hará las veces de portal temporal que nos traslada de una época a otra. Un juego que aúna realidad y ficción, para llenar de incertidumbres nuestra mente sobre lo que fuimos y las consecuencias de lo que pasó en aquellos oscuros años. En definitiva, estamos ante un montaje necesario para reflexionar sobre lo que somos, sobre nuestra historia más reciente, sobre los tiempos tan oscuros que se nos avecinan…” Fernando Muñoz Jaén, crítica en Vista Teatral, 17-II-22
El día 11 de diciembre de 2021, se representó en el Palacio de Congresos de Jaca, que celebraban su proclamación de la República en la sublevación de Jaca, y que sirvió como primera función después del estreno de la la misma dentro de a Semana de la Memoria Democrática los pasados días 25 y 26 de noviembre.
Celebrada en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza la función, producida por Teatro del Temple junto con la compañía valenciana La República del Lápiz, está dirigida por Carlos Martín y escrita por Gabriel Ochoa, quien se han inspirado en un recuerdo familiar: en noviembre de 1936, el gobierno de la República se traslada a Valencia y su presidente, Francisco Largo Caballero, es acogido durante varios días en la vivienda de una familia socialista, los Peris Caruana; allí, Largo Caballero convivirá con Társilo Peris, abuelo del autor. La obra se construye sobre aquello que pudieron debatir un joven de 26 años y un político de 67 que tenía sobre sus hombros la responsabilidad de un país en guerra.
“El teatro permite indagar y conocer, como en este caso en un episodio de la guerra civil española, y despertar sensaciones individuales por medio de sus personajes. Pero el trabajo no es solo una especulación basada en los recuerdos familiares transmitidos. Es también una reproducción del pasado para comprender el presente, una de los fines posibles del subgénero histórico. Pasado y presente unidos para recordar, para que las vivencias no se olviden y para que la justicia social y la democracia sean defendidas por las generaciones más jóvenes porque han sido conquistas que algunos quieren hacer desaparecer. Esta excelente estructura, con el pulso experto de la escritura de Gabriel Ochoa, está acorde con las intenciones de la propuesta. Muy bueno el planteamiento dramatúrgico de Ochoa y Plou con una dirección resuelta y ajustada a las dificultades del espacio. Carlos Martín supo darles el aire y el ritmo necesarios sobre todo a los diálogos cruzados, y aprovechar el buen decorado con aire realista de una casa valenciana de la época con un estilo racionalista regional. También nos quedamos con el excelente duelo interpretativo del joven Borja López Collado y el veterano Mariano Anós. Un magnífico Largo Caballero. Qué decir de Borja López Collado. En Largo y Társilo ofrece una exhibición. No me atrevo a decir que es su mejor papel, pero podría serlo.” José Vicente Peiró, crítica en Redescénica4-III-22
El espectáculo también se presentó en el Teatro del Barrio los días 9, 10 , 11, 12 y 13 de febrero. Una presentación en este emblemático teatro madrileño que nos hizo mucha ilusión porque allí también nació Las guerras correctas, otra buena coproducción con el autor Gabriel Ochoa. También fue muy bien recibida y como muestra añadimos otro extracto de otra crítica:
“Inteligente montaje que nos habla de la importancia de la memoria. Aún tenemos en el recuerdo la maravillosa «Los hermanos Machado» que pudimos ver hace unos meses en el Teatro Fernán-Gómez. El montaje transcurre dinámico entre la actualidad de un joven estudiante y el encuentro, en la misma casa, de su abuelo con uno de los personajes más relevantes de la época. La ingeniosa composición de la trama se centra en una puerta que hará las veces de portal temporal que nos traslada de una época a otra. Un juego que aúna realidad y ficción, para llenar de incertidumbres nuestra mente sobre lo que fuimos y las consecuencias de lo que pasó en aquellos oscuros años. En definitiva, estamos ante un montaje necesario para reflexionar sobre lo que somos, sobre nuestra historia más reciente, sobre los tiempos tan oscuros que se nos avecinan…” Fernando Muñoz Jaén, crítica en Vista Teatral, 17-II-22
El día 11 de diciembre de 2021, se representó en el Palacio de Congresos de Jaca, que celebraban su proclamación de la República en la sublevación de Jaca, y que sirvió como primera función después del estreno de la la misma dentro de a Semana de la Memoria Democrática los pasados días 25 y 26 de noviembre.
Celebrada en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza la función, producida por Teatro del Temple junto con la compañía valenciana La República del Lápiz, está dirigida por Carlos Martín y escrita por Gabriel Ochoa, quien se han inspirado en un recuerdo familiar: en noviembre de 1936, el gobierno de la República se traslada a Valencia y su presidente, Francisco Largo Caballero, es acogido durante varios días en la vivienda de una familia socialista, los Peris Caruana; allí, Largo Caballero convivirá con Társilo Peris, abuelo del autor. La obra se construye sobre aquello que pudieron debatir un joven de 26 años y un político de 67 que tenía sobre sus hombros la responsabilidad de un país en guerra.
La obr: Largo y Társilo
“Todo esto comienza con un reloj. Es un Quartz que heredé hace unos 20 años de mi abuelo Társilo. Mi madre me lo dio junto a un anillo de mi abuelo y me dijo: ahí está tu abuelo, cuídalo. El reloj, lo guardé en un cajón olvidándolo e hizo tres mudanzas conmigo. Me parecía un reloj muy antiguo y en ese momento no llevaba reloj, me parecía algo que me ataba al tiempo. Con 20 y tantos no quieres que el tiempo caiga como una losa. Pero un día mi abuela Joaquina, la viuda de Társilo, me contó una historia:” Gabriel Ochoa, dramaturgo de Largo y Társilo
Comenzada la guerra Társilo Peris Caruana, con apenas 26 años, es trabajador de Hacienda. Su hermano Alejandro Peris Caruana, el mayor de todos, es diputado del PSOE por Jaén, donde se había traslado para ejercer de abogado, y tiene una fuerte implicación en el partido.
Cuando el gobierno de la República se traslada a Valencia el 7 de noviembre de 1936, algunos miembros del PSOE acogen, mientras se decide donde irán, a miembros del gobierno y del partido. Es algo temporal hasta que tengan una residencia en condiciones. Y Társilo acoge, durante tres días, a Francisco Largo Caballero, presidente del consejo de ministros, que tiempo después tendría que dejar su puesto a Juan Negrín.
En aquel momento Largo Caballero tenía 67 años y sus más y sus menos con otros compañeros del gobierno. Sindicalista de pro, Largo era una de las mentes privilegiadas de la República. Y Társilo simplemente era un chaval que, siguiendo a su hermano mayor Alejandro, se había afiliado al PSOE.
“¿Qué pasó en esos tres días que estuvieron juntos?
¿Fue esto determinante en la vida de mi abuelo?
¿Qué comparten un señor de 67 y un chaval de 26 con una guerra civil de fondo?
¿Esto hizo que mi abuelo acabara en la cárcel cuando se perdió la guerra?”
Gabriel Ochoa
Mi abuelo y la II República
Tres días también importantes para la construcción de lo que fue Társilo, y también lo que fue nuestra República.
El pasado verano 2020 una noticia, que pasó desaperciba entre el ruido mediático, nos hizo poner el foco en LARGO Y TÁRSILO:
“La ley de memoria democrática declara nulos de pleno derecho los juicios sumarios del franquismo”.
En ese momento, Gabriel Ochoa, cuyo abuelo había estado en uno de esos juicios, se puso a investigar sobre la historia de su abuelo. Además de encontrar que él y dos de sus hermanos (Alejandro y Juan Antonio) estaban en el listado de los juicios del franquismo, decidió comenzaron a trabajar en la propuesta de la obra.
http://www.errepublika.org/PROCEDIMIENTOS_JUDICIALES_DEL_FRANQUISMO
La ley de Memoria Democrática reparaba una histórica injusticia que nunca se debía haber cometido, que era la de aquellas personas condenadas por el franquismo. Muchos de ellos acabaron en fosas comunes tras juicios sumarísimos, otros, como el abuelo de Gabriel, Társilo Peris Caruana, entre rejas durante una buena temporada. Su delito: su afiliación política.
La vida de estos 3 personajes (que en escenas serán 2, Largo y Társilo) tuvo un final diferente para cada uno:
– Largo Caballero acabó en el campo de concentración de Sachsenhausen, para luego morir en 1945, meses después de ser liberado, en París.
– Alejandro Peris Caruana, el hermano del abuelo de Gabriel, pactó la rendición de Jaén a cambio de organizar una columna de exiliados que se refugiasen en territorio republicano. Pero los fascistas no cumplieron lo pactado: cuando se dirigía hacia Alicante donde un barco, el Stanbrook, lo llevaría hacia la libertad, los fascistas lo pararon y le dieron “el paseíllo”. Un 22 de agosto de 1939 lo fusilaron.
– Su abuelo, Társilo Peris Caruana, fue apresado y se pasó 4 años en la cárcel de San Miguel de los Reyes en Valencia. A su salida no le dejaron volver a su puesto en Hacienda. Hasta la muerte del dictador no fue readmitido en el cuerpo de funcionarial. Aunque, gracias a un falangista amigo de la familia, pudo seguir trabajando (en negro y dentro de ese sistema corrupto que era el franquismo) en Hacienda. Cuando fue readmitido oficialmente, el 11 de noviembre de 1976, con su primer sueldo oficial, se compró el reloj que la abuela de Gabriel le dio como herencia de Társilo.
Los objetos, nos significan. Hoy, este reloj es parte importante de mi historia / Historia.”
Gabriel Ochoa
- Dirección Carlos Martín
- Texto Gabriel Ochoa
- con la colaboración de Alfonso Plou
- Producción María López Insausti y Ferrán Benavent
- Ayudante de dirección y coordinación técnica Alfonso Plou
- Música Laura Miñarro y Eva Gómez
- Escenografía Oscar Sanmartín
- Iluminación Mingo Albir
- Vestuario Ana Sanagustín
- Fotografía Marcos Cebrián
- Diseño gráfico Línea Diseño
- Equipo de producción Pilar Mayor y Pilara Pinilla
- Técnicos en gira Federico Martín y Pablo Catalá
- Largo Caballero Mariano Anós
- Társilo Peris Caruana Borja López Collado
La puesta en escena parte, como casi siempre, de una intención y una intuición. La intención es dar vida escénica a una figura histórica como es el presidente del Consejo de Ministros de la II República, Largo Caballero, junto a alguien anónimo pero marcado por la cercanía personal. La intuición es que al contarles a ellos nos estamos contando a nosotros mismos. El teatro es un mundo donde hacemos del otro parte de uno mismo porque conectamos con él porque le hacemos actuar a nuestra imagen y semejanza como pequeños dioses que tratan de comprenderse jugando a ser creadores de criaturas.
Por eso en todo el proceso hay un diálogo constante entre la realidad y el deseo, entre lo que se ve y lo que solo se intuye. Por un lado, se trata de construir cosas tangibles, una escenografía, unos personajes, una historia. Pero nada más lejos de la realidad el creer que eso construye el teatro. Para eso hay que crear dinámicas ocultas, juegos y misterios, un lugar donde lo cotidiano conviva de forma natural con lo extraordinario, lo irreal, lo intangible.
Supongamos que todo esto es pues la labor de la puesta en escena, algo que parece muy práctico y muy metódico y que no lo es en absoluto. Así y solo así, conseguiremos que finalmente Társilo pueda acabar hablando con el presidente Largo Caballero. Un encuentro que fue, pero que debe volverse a producir, tan vivo como entonces, para ello hay que hacerlo crecer, poco a poco, en el alambique de los ensayos y hablando con cada uno de los múltiples creadores que configuran un buen espectáculo.
TÁRSILO. – Y dice Alejandro, mi hermano, que vamos a poder ganar la guerra. No es verdad, están apoyados por los grandes banqueros, por los enemigos de la República, por… tienen que hacer algo, nos están matando, están haciendo que el amor que nos teníamos como nación se convierte en odio. Y yo no quiero odiarlos. Porque no se odia al otro, se le quiere. Solo quiero saber que esto saldrá bien porque Alejandro, mi hermano, se quedó atrapado en Jaén, en la parte sublevada y…
LARGO. – Társilo, lo vamos a intentar. Alejandro es uno de las personas más importantes para el partido, es una de las mentes más claras, pero esta guerra, esta guerra nos va costar muchos muertos.
Me adentro en la dramaturgia de LARGO Y TÁRSILO para conocer nuestro pasado más reciente, la guerra civil española, pero no desde la Historia con mayúsculas, sino más bien desde la microhistoria, en este caso la de mi abuelo Társilo Peris Caruana, que en esos días de finales del 1936 conoció a Largo Caballero con el que pasó tres días. Esta pieza pretende meterse en la piel de un joven de apenas 26 años y ver como sus sueños, sus anhelos, se ven truncados por la guerra, y como posteriormente acaba en la cárcel por estar en el bando perdedor.
La estructura de la pieza se centra en tres momentos. Toda la obra comienza con un reloj, con el reloj de mi abuelo, en el presente. Un reloj que nunca quise para mí. Era viejo y, además, no iba. En esa primera parte, conoceros que son los “ideales” para un joven que no los tiene.
En la segunda etapa, que es todo el grueso de la obra, veremos los días que Társilo pasó con Largo Caballero que van desde su recogida y refugio en casa de los Peris Caruana en Valencia, las conversaciones entre el presidente de la República y un joven idealista, las noticias del frente (y las cartas de su hermano Alejandro) hasta la emotiva despedida entre los dos: Largo ya tenía un alojamiento en Valencia donde irse.
En el epílogo volveremos a la actualidad para ver como el joven al que le regalaron el reloj de Társilo, toma conciencia de la historia de su abuelo, y se lo coloca en la muñeca. De hecho, ya lo llevó a un relojero que lo puso en hora.
Esta historia pretende, a través de los objetos, sobre todo un reloj de muñeca de cuerda (que conservo desde entonces) contar como es la relación entre un joven idealista y la máxima autoridad del país en una época muy convulsa como la guerra civil española.
Gabriel Ochoa
La escenografía, diseñada por el reconocido artista plástico Oscar Sanmartín, parte de las implicaciones que conlleva la dramaturgia propuesta. Estamos en un mundo que camina de la realidad al mundo de lo onírico y lo recordado. Este encuentro sucede en una casa valenciana, saguntina, para más detalles, que es paisaje de emociones y contenedor de debates donde la las ideas se contrastan a la sombra de un naranjo, que cumple el papel de árbol de la vida.
Para dar luz a este encuentro el director Carlos Martín y el artista plástico y escenógrafo Oscar Sanmartín, que a trabajaron juntos en otros proyectos, y muy recientemente en Los hermanos Machado, espectáculo que sirve de anticipo a este trabajo, han creado un espacio escénico donde lo real ya está tamizado por el paso del tiempo y la ambigüedad de su uso.
De nuevo el espacio escénico es el ámbito de una casa, que es contenedor simbólico de las Españas, lugar del debate que se establecía en este caso dentro de la izquierda mientras ya se estaba en la Guerra Civil. Y donde las paredes de la casa compiten como arcos de encuentro alrededor de un elemento natural como es la presencia central de un naranjo, árbol mítico de la cultura mediterránea, del encuentro de múltiples culturas.
El vestuario creado por Ana Sanagustín, magnífica vestuarista que realiza las más importantes realizaciones de vestuario de la industria audiovisual y escénica de Aragón, parte también de la realidad de época en que se encuadran sus personajes para luego permitirse volar.
“Nos hemos decidido por un vestuario realista acorde a los años 30-40 donde los chalecos eran prenda indispensable en el vestuario de los hombres.
Largo Caballero llevará un tres piezas en gris marengo con americana de solapas de muesca a la contrainglesa, pantalones de tiro alto y camisa blanca con cuello francés.
Társilo, viste chaleco y pantalón un poco más dixie, ambos de cheviot en color marrón ligero, cuidado pero desgastado por el uso continuado, con la camisa blanca con cuello italiano.
Ambos con corbata a juego, Largo de tipo Langsdorf con un sutil estampado a rayas y la de Társilo de punto y color evidentemente más oscuro que el traje.
El diseño de iluminación corre a cargo de Mingo Albir, diseñador de iluminación valenciano que ha trabajado el concepto de las atmósferas, tan importantes en este espectáculo. Para ello, en parte se basa en las propias cualidades que proporciona la escenografía y el vestuario y en parte en el tono de la interpretación conseguido a través de la puesta en escena de esta obra realista, pero no tanto.
Con esos recursos se creará un espectro de posibilidades para que cada momento pueda viajar del realismo a lo onírico y de allí al mundo del recuerdo. Viajando también de lo concreto a lo inespecífico y de lo matérico a lo volátil. Para ello se combinarán diferentes gamas de filtros o la implantación de elementos lumínicos especiales ubicados dentro de la propia escenografía.
Una apuesta que permita el viaje emocional a través de la luz y la atmósfera y que construya una realidad paralela distinta a la cotidiana o la más convencionalmente teatral.
¿Cómo suena la Guerra Civil?
Y en la retaguardia, ¿cómo sonaba Valencia, la capital de la República?
LARGO Y TÁRSILO es una pieza que rezuma confesión, intimidad en las conversaciones entre personajes donde la guerra está de fondo. Valencia tuvo a la aviación franquista asediando, y esos sonidos será parte del paisaje y paisanaje sonoro.
Pero, además, las canciones del momento se podrán apropiar, desde la actualidad, de la historia. Himnos como “Ay Carmela” o “Anda jaleo”, podrán oírse de fondo, retahílas o vestigios de unas calles en movimiento.
Todo esto desarrollado por el trabajo de Eva Gómez y Laura Miñarro, que se esmeran en los arreglos musicales con instrumentos de tradición como el guitarró o la darbuka. Ellas saben crear paisajes sonoros como ya han hecho en producciones de las compañías La república del lápiz o la compañía de Patricia Pardo.
Se hará un especial hincapié en recuperar sonoridades del momento. Calles donde no había coches, pero sí consignas, lugares sin redes eléctricas ni wifi, pero sí con un rebuzno de un caballo o la algarabía de la juventud cantando serán algunos de los leiv motiv que pueden aparecer en el fondo. Porque lo fundamental es la intimidad del interior de estos dos personajes, Largo Caballero y Társilo Peris, sus conversaciones que resonarán en la casa donde están.
Una pieza que estará impregnada de esas sonoridades republicanas.
“¿Quién mantendrá vivo el recuerdo cuando los últimos testigos sean silenciados? Una respuesta es: las cosas.” Martin Nejezchleba
Un laboratorio contra el olvido 27.01.2020 Berliner Morgenpost
Dentro de la larga trayectoria de Teatro del Temple un espectáculo como Largo y Társilo entronca en una de las vías por las que nos ha gustado transitar y que forman parte de nuestra esencia como compañía.
Con esta propuesta, volvemos a buscar en los momentos de nuestro pasado explicación para nuestro presente y evocación para nuestro futuro, en una línea constante en nuestro trabajo.
Como hicimos en diferentes coproducciones, como con Transición, para buscar las razones de lo que se hizo y de lo que no se llegó a hacer en ese periodo histórico, partiendo de la figura de Adolfo Suárez. Para este proyecto nos unimos a las compañías Teatro Meridional de Madrid y L’Om Imprebís de Valencia para llevarlo a cabo y acabamos coproducidos por el Centro Dramático Nacional.
Experiencia de coproducción que repetimos en este caso con el Teatro del Barrio de Madrid y el Teatre Rambleta de Valencia. Juntas llevamos a cabo Las guerras correctas de Gabriel Ochoa buscando qué pasó y qué dejó de pasar en la famosa entrevista que Iñaki Gabilondo le hizo a Felipe González en torno a los GAL.
Citaremos también, en esta línea, un trabajo que indaga en la memoria buscando la reconciliación y dar al mismo tiempo la voz a los silenciados. Vidas enterradas, es un espectáculo actualmente en repertorio, donde nos volvimos a juntar en una coproducción con Teatro Corsario de Valladolid, Micomicón de Madrid y L’Om Imprebís de Valencia. Y nos juntamos para encontrar que solo mirando en las heridas abiertas estas se pueden cerrar; por eso volvemos a un pasado doloroso como la Guerra Civil, para partiendo de los testimonios recogidos en el serial documental de la Cadena Ser, dar de nuevo vida a los represaliados por el franquismo en la guerra y la posguerra. Un trabajo descarnado, construido sin artificios, que sitúa a los actores en comunión directa con un público cercano y que, sentimos, está cumpliendo un papel socio-emocional muy importante.
Los hermanos Machado, como último ejemplo de esta línea, es el más reciente espectáculo producido por Teatro del Temple. En él tenemos la vida de unos hermanos artistas, tenemos un momento histórico como es la Guerra Civil sobre el que reflexionar y tenemos un mito (la poesía y el propio Antonio Machado) que reescribir de una manera diferente desde la escena. Estamos en un terreno que nos gusta y nos moviliza, que nos inspira y nos empuja y por eso aceptamos la aventura. Una aventura que une raíz y creación, realidad y ficción, mundo poético y drama, y una historia por contar que nadie contó nunca porque no pudo finalmente tener lugar, para eso sirve el teatro, para crear realidades paralelas que nos cubran socialmente las lagunas del espíritu que otros territorios no pueden cubrir.
Teatro del Temple, cuyo equipo estable son Carlos Martín, Alfonso Plou y María López Insausti, nace en 1994. Desde entonces ha ido tejiendo más de cuarenta espectáculos, consolidando un equipo humano y un sello artístico. Ha estado presente en toda la geografía nacional y en numerosos teatros y festivales internacionales. Sus piezas combinan la dramaturgia propia (con obras sobre Goya, Buñuel, Picasso o Warhol) con la puesta en escena de autores contemporáneos (José Luis Esteban, Luis Araújo, Antonio Orejudo, Maxi Rodríguez o Jordi Galcerán entre otros). Sin olvidar el repertorio universal (de Shakespeare a Lope y de Lorca a Valle-Inclán). Con ellas ha conseguido importantes premios, como el Premio Max al Mejor Espectáculo Revelación por Picasso Adora la Maar y cuatro nominaciones más, por otros tantos espectáculos. Destacan entre otros muchos de sus trabajos la puesta en escena de: La vida es sueño; Transición; Luces de Bohemia; Vidas enterradas; Ventajas de viajar en tren; Buñuel, Lorca y Dalí; Macbeth y Lady Macbeth; Goya; Rey Sancho… Teatro del Temple ha trabajado paralelamente en la preparación de diferentes eventos. Desde la dirección y diseño escénico de giras para Bunbury o Loquillo al trabajo con compañías de danza como las de Erre que Erre, Roberto Oliván, Rafael Amargo y Miguel Ángel Berna.
Como Temple Audiovisuales se han realizado varias producciones audiovisuales, spots y cortometrajes, entre los que destaca Meninos do Rio, nominado a los Goya 2015 y el documental El precio de la risa. Desde septiembre del año 2012 cogestiona el Teatro de las Esquinas.
Gabriel Ochoa y Ferrán Benavent explican así la filosofía de su productora La República del Lápiz:
“Dicen que en los años 60 los americanos no conseguían escribir con gravedad cero en los viajes espaciales debido a que la tinta de los bolígrafos no escribía en esas condiciones. Para ello se investigó hasta conseguir un modelo de bolígrafo espacial que escribiera con gravedad cero.
Los rusos enviaron a sus astronautas con un arma inmortal: un lápiz.
Esta leyenda urbana, esconde una de las bases de esta república:
trabajar desde la sencillez propuestas escénico-audiovisuales donde la semilla sea trabajada en escena desde 3 territorios: el compromiso, el cambio social y la pedagogía como ejes motivadores.
Hay en esta república un afán por las escrituras en todas sus vertientes: cuerpo, mente, papel o escenario son nuestros aliados.
No hay en esta república reinas ni reyes, solo simple obreros de la construcción ficcional, vasallos de la idea, procrastinadores de la emoción, lugareños del territorio del lápiz y radicales de la innovación en escena.
Hay en esta república ilusión, compromiso, construcción de futuro y pedagogía.
Bienvenidos a La república del lápiz.
Tres son los ejes de su unión:
1/ Compromiso con el otro, con la identidad abierta y social. También con la creación y con la manera de enfrentarnos a ella.
2/ Proceso, camino y evolución, ya que para entender los procesos creativos hace falta entender los procesos propios. Las revoluciones interiores son tanto más importantes que las exteriores.
3/ Pedagogía activa y mediación educativa como herramientas de transformación social vincula- das a nuestras creaciones.