El Teatro del Temple estrenó ayer en el Teatro Principal de Zaragoza el Don Juan Tenorio de Zorrilla. El truhán y pendenciero Tenorio, amante de las mujeres y matarife de los caballeros, le da suelta a la pluma en un bareto regentado por un Buttarelli con faldas y hechuras de mujer. El texto es el original pero los gestos bruscos, el cuero negro y los pantalones ajustados en el porte y campana en las aceras nos llevan a los años setenta de una España en transición de perros callejeros que chulean los andares, sacan pecho de gallito y trotan las calles con el apelativo de macarra.
La propuesta del Temple es arriesgada y sin embargo funciona muy bien en la primera escena entre chulos, chicas de alterne y los colegas con cuellos de camisa tan grandes como sus egos. Don Juan en la calle pierde la chispa pandillera del inicio, será por la noche o quizás que ante las damas se muestre menos callejero. Entonces llega el amor de veras a la vera del Guadalquivir, y Tenorio embelesado ante la virginal belleza que sus ojos contempla, muda definitivamente el gesto arrabalero por la faz del enamorado. Y aparecen las navajas y soñé con un duelo bandolero dónde el acero de plata tiña la luna de fuego. Pero el navajazo fue tan rastrero y veloz que dónde esperaba lucimiento sólo hubo telón.
Vuelve Tenorio gris, con el pelo recogido en busca de sus muertos. Dudas y miedos le asolan, o tal vez son remordimientos hasta que envalentonado le pierden sus excesos con el vino y la conciencia, y hace gala del dicho de morir por el mismo acero que antaño fue gloria de su nombre y su porfía.
El trabajo de dramaturgia para cambiar el tiempo en el que transcurre la acción es un acierto porque mantiene las palabras de Zorrilla moldeadas por los actores con excelentes resultados, recitando con la cadencia que piden los personajes y la claridad que exigen las tablas. Da igual que los alguaciles no detengan a los gallitos, o que el tabernero sea camarera, incluso cambiar monjas por curas tras los muros del claustro, esas revisiones no varían un ápice el desarrollo dramático de la obra.
La escenografía muta con imaginación y facilidad gracias a tres sencillos elementos que conforman las escenas con puertas de acceso, barras de bar, nichos de muertos y claustro conventual.
El acompañamiento sonoro y la iluminación subrayan perfectamente la tensión, el amor y la intriga que discurre ante nuestros ojos. Las transiciones entre escenas están coreografiadas y permiten un momento de relax y divertimento entre la psicodelia y el funky.
El elenco de actores esta a gran altura, si además añadimos que muchos de ellos tienen que desdoblarse en varios personajes sin que esas mutaciones afecten a la comprensión de la obra. Pero tras la ovación final no puedo dejar de preguntarme como sería la función si Tenorio mantuviese su actitud macarra del principio: Macarra en la taberna y en la calle. Enamorado de macarra y de macarra humillado. La filosa en su mano de macarra y al final, de vuelta al infierno, un macarra derrotado.
No se pierdan esta interesante propuesta del Teatro del Temple. Una ocasión única para disfrutar de la brillantez de un texto clásico del teatro español pero situado en un contexto histórico que permite revisar cuestiones como la moral, el honor y lecciones ejemplificadoras que pertenecían a otros tiempos.
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Teatro Principal de Zaragoza
Obra: DON JUAN TENORIO
Compañia: TEATRO DEL TEMPLE
Fechas: Del 9 al 13 de marzo
Funciones:
Jueves 10: 21.00h
Viernes 11: 22.00h
Sábado 12: 22.00h
Domingo 13: 19.00h
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Dirección de Carlos Martín
Dramaturgia de Alfonso Plou
Producción de María López Insausti
Escenografía de Tomás Ruata
Iluminación de Bucho Criñena
Vestuario de Beatriz Fdez. Barahona
Caracterización de Virginia Maza
Fotografía de Colectivo Anguila
Diseño Gráfico de Wadstudio
Distribución de Julio Perugorría
Reparto:
Francisco Fragúas
Ivana Heredia
Gabriel Latorre
Rosa Lasierra
Marco Aurelio González
Agustín Miguel
Sascha Montenegro
Francesc Tamarite