El pasado ya no es lo que era.
LA NUEVA ESPAÑA / 11 de noviembre de 2012. "Transición" comienza como un espectáculo realista, se pasa al vodevil y llega al delirio cuando recorre la política real (...) Pero hay más: hay una necesidad de entender todo lo que pasó para comprender lo que está pasando. "Transición" también bordea la actualidad. Los dos directores moldean un elenco de transformistas (hay un rey y, al momento, un enfermero). La memoria, si existe, es para comprender los días nuevos. La inteligencia es previsión y la previsión, una virtud que se aprende con el tiempo. La escenografía de "transición" es una colección de paredes que se convierten en pantallas de luz, líneas cerebrales... Adolfo Suárez llega a una clínica. La memoria falla, pero los espectadores de Avilés se acordaron de todo.LA NUEVA ESPAÑA